jueves, 9 de diciembre de 2010

Los amigos son personas que siempre están ahí, los amigos agradables compañías que a veces incordian, que te quieren, pero sobretodo que hacen que la risa sea mas agradable.

miércoles, 8 de diciembre de 2010



- ¿Y ahora qué? , ¿qué vas hacer?

- Recordarte.

Se detiene el tiempo...

Dicen que cuando conoces el amor de tu vida el tiempo se detiene... y es verdad. Lo que nadie dice es que cuando se vuelve a poner en marcha lo hace aún más rápido para recuperar lo perdido.

Acepta lo que toca.

Hay momentos en los que tenemos que luchar, y hay momentos en los que debemos aceptar que hemos perdido, que el barco a zarpado, que sólo una ilusa seguiría insistiendo...

Sólo se vive una vez.

- ¿Crees que sólo es esto? ¿Qué sólo vivimos una vez?
- Bueno... yo aún no he conocido a nadie que tuviese dos vidas.

Todo termina rompiéndose.



Con que facilidad puede destrozarse todo, con que facilidad puede romperse, ¿por qué no puedo romperme yo también?



- ¡Pero yo te adoro!
- No quiero que me adores. ¡Necesito que me quieras!


- Si te quedara un sólo día de vida, ¿que harías? 
-La respuesta es fácil, no lo dudaría. Lo pasaría contigo.




Nunca digas  ''de esta agua no beberé''  porque no sabes si mañana tendrás sed.

lunes, 6 de diciembre de 2010






Para dominar los miedos ajenos,
primero hay que vencer los propios.


No se nos conoce por nuestro nombre,
sino por nuestras acciones.

Amiga mía.

No estaré siempre que me necesites.
Estaré siempre, aunque no me necesites.

¿sabes lo que me pone más triste?

... pensar en los besos que no nos vamos a dar, en las cosas que no nos vamos a decir... ¿que tontería no? ¿cómo se puede echar de menos algo que nunca ha ocurrido?

domingo, 5 de diciembre de 2010

A pesar de lo malo, sé feliz.


Ella camina a paso firme, con la cabeza bien alta, con la mirada al frente. Por dentro está deshecha. Pero por fuera no va a permitir que eso se refleje. Tiene los ánimos por los suelos, pero lo soluciona con unos tacones de 10 centímetros. La vida le da la espalda, pero ella continúa. El día es gris, pero ella lleva gafas de sol. No le apetece, pero sonríe, el tiempo pasa deprisa, muy deprisa, pero ella aprovecha todos y cada uno de los momentos. Prefiere quedarse en casa, pero sale a comerse el mundo. Porque al fin y al cabo, si ella no lo hace, nadie lo hará por ella.

¿Cómo lo hago?


-
     Pueden pasar tres mil años, puedes besar otros labrios, pero nunca te olvidaré. Puedo morirme mañana, puede secarse mi alma, pero nunca te olvidaré. Pueden borrar mi memoria, pueden robarme tu historia, pero nunca te olvidaré. ¿Cómo olvidar tu sonrisa?, ¿Cómo olvidar tu mirada? ¿Cómo olvidar que rezaba para que no te marcharas? Di, ¿Cómo olvidar tus locuras? ¿Cómo olvidar que volabas? ¿Cómo olvidar que aún te quiero?

Todo lo malo, tiene su lado bueno.


-     Tus brazos eran mi hogar, y tus besos el aliento de mi vida. Ahora sin ti mi corazón late sólo por inercia, lleva muerto desde tu ausencia. Y ahora a pesar del dolor puedo considerarme afortunada. Aunque jamás vuelvas a ser mío. Gracias a ti descubrí el amor verdadero.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

El pasado.

Alguna vez, el fantasma del pasado se posará en mi cama. Y será igual, pero tan diferente que quizá ya no lo reconozca.
Alguna vez, miraré hacía atrás, con esa curiosidad que da el avanzar por la senda que es la vida, y no recordaré ese dolor fuerte y brutal. Recordaré el hecho de que dolió, pero nunca volveré a sentir ese dolor golpeándome dentro sin descanso. No por él. Ni por nadie. Será otro dolor, con otro sueño, pero no suyo.
Alguna vez, hablaremos, y sentiré que la magia emigró de mi corazón un día, sin saber exactamente que día dejé de sentir ese calor en su voz para tornarse fría y casi desconocida. Y me preguntará que tal, y le responderé que bien, siendo enemigos de un sentimiento que voló hará ya mucho tiempo.
Alguna vez, recordaré el sabor de su boca, como de casualidad, un fugaz destello en lo que será la vida que viviré sin él. Y no recordaré lo que añoraba sentir sus labios posarse en los míos, ni como era besarlo. No recordaré nada de eso, se esfumará con la lluvia, como el llanto, como el desgarro que lleva su ausencia a mi lado postrada, compañera infatigable de desvelos, de sueños que se rompieron.
Alguna vez, olvidaré el sentimiento. Lo que me hizo sentir. Algunos recuerdos permanecerán en algún cajón polvoriento de la memoria, y alguna vez, sin querer, me acordaré de él. Y no será nítido. Ni preciso. Ni sentiré que perdí nada. Mi corazón quedará resignado, cualquier día, sin que yo me entere. Sin que me avise de que el amor se cuela por las rendijas del olvido… y dejaré de añorarlo, y no lo sentiré clavado como un cristal que duele y no puede ser quitado.
Alguna vez, la vida pasará de soslayo, me guiñará el ojo, y no sentiré un temblor cuando me mire, porque su mirada no me dirá nada, ni veré en sus ojos ningún sueño, ni los míos brillarán con su presencia, seremos dos extraños más en esta ciudad.
Alguna vez, seremos extraños, extraños que se conocieron en un trozo de camino, que se bifurcó, y estaremos lejos, el uno del otro, y nunca volveré a sentir el corazón latirme deprisa con ese sentimiento que una vez me llevó a su vida.
Tan lejos que nos habremos convertido en extraños. Extraños de lo que un día vivimos, lejanos de lo que un día sentimos. Tan extraños que da miedo ahora pensarlo.
Es el paso del tiempo en un corazón abocado al delirio. Al esfuerzo de olvidar sin más remedio que el olvido. Sin más enfermedad que el sentir y el sobrevivir a lunas que traicionan, a soles que no llegan, a estrellas que se perdieron en alguna de las noches en las que pensé en él y se apagó el cielo.
La vida me aprieta. Me aprieta la soga de un amor condolido, exhausto, perdido, rendido. Una soga que alguna vez fueron alas. Porque es así el inexorable paso del tiempo. Es cierto que lo quiero, tan cierto como que un día lo olvidaré.
Y guardaré un cariño, ajeno al dolor que un día sentí – que siento- que dejaré de sentir. Y no suspiraré de vez en cuando, al recordar algo que vivimos juntos. No miraré sus fotos. No extrañaré aquellas imágenes donde nos abrazábamos ajenos a un futuro que se tornó presente en aquel septiembre de 2007.
Será todo como un sueño. Como algo que no viví yo, aunque lo haya vivido.
Es la grandeza de la vida.
Y seremos extraños en una ciudad gris con mar, donde nos quisimos. Fuimos felices. Lloré y reí. Fui tan feliz como infeliz. Soñé tanto como desperté. Volé y caí…. Y los dos naufragamos en el mar de los sentimientos perdidos, donde alguna vez, sin querer, nos volveremos a reencontrar.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Eres así ...


En el fondo sientes como todo es una rueda que gira sin descanso. Como si el ciclo de la vida, de tu vida, se repitiese una y otra vez. Como si la edad, la experiencia, el miedo, las heridas, los sueños, lo que eres, lo que un día fuiste, lo que dejarás de ser mañana no te bastase para romper con esos ciclos. Porque tienes la sensación de que ese hilo grueso y transparente está más allá de lo razonable. De lo lógico. De lo común. De lo humano. De lo terrenal.
Renuevas la esperanza cada día. Le sacas brillo, la adornas con tu risa, con los sueños, la embelleces para que te deslumbre, para que te acune en sus cálidos brazos. Quisieras tener unas tijeras que rompieran el ciclo de tu vida, que pudieses empezar sin bagaje, como un día empezaste, con el alma al descubierto.
Pero nunca serás capaz de empezar de cero. Allá donde vayas irá tu historia personal. Por mucho que desees y necesites renovarte, cambiar, por mucho que te esfuerces en luchar contra tu naturaleza, contra tus recuerdos, contra pequeños pellizcos de dolor, por mucho que quieras que todo sea diferente aquí y ahora. No lo es, el presente es este, es el que te ha tocado en este instante, aunque trates de controlar la tristeza que te envenena a ratos, aunque rías, aunque sigas andando por el sendero que tú has elegido… no cambiará nada. Tú seguirás siendo tú allá donde vayas, seguirás portando las mismas cicatrices, la misma forma de ser, la misma voz, casi siempre dulce, la misma mirada risueña e inocente. Seguirás creyendo en tus sueños allá donde vayas. Seguirás sintiéndote torpe y frágil en muchas ocasiones. Seguirás necesitando silencio a veces, seguirás teniendo ese toque orgulloso, en ti permanecerán las ganas de sentir la soledad de vez en cuando, y seguirás sintiendo ese agujero en tu alma incompleta, ese agujero que lleva años ahí, vacío, a la espera de que aquel hilo haga su trabajado excepcionalmente y no a medias como siempre.
Te gustaría que un día tuvieses la certeza de que el ciclo de tu vida se va a romper. Que lo romperías. Que sería diferente. Que esta vez, es diferente. Pero, el fruto de tus miedos, de la incertidumbre, o quizá pura intuición te dice que el ciclo se volverá a repetir. Que tú seguirás siendo tú. Que no hay tijeras. Ni la esperanza brilla tanto como tú quieres que brille.
Aunque quizá sea que hoy escribes desde la melancolía y te falta que te susurren al oído “me gusta cómo eres”.

Un fin sin un principio.

He dado todo cuanto tenía y ya no me queda más que dar.
Juro que mil veces dije que no era posible, y esas mil veces me dijo que lo era hasta que un día volví a creer en él. En nosotros. En que era posible. Y acabamos algo que no ha empezado como siempre hemos acabado lo que no hemos podido empezar, con el corazón roto los dos.
Creo que él es cobarde y que yo soy una cretina. Creo que él debió dejarme ir y creo que yo debí ser más fuerte y no mantenerlo en mi vida, pero no me hacía a la idea de existir sin él. No quería, no podía, es a quien llevo en la sangre, en cada poro de la piel y maldita sea, lo llevo clavado en lo más profundo de mi alma. Jamás nadie entendió un amor tan jodidamente difícil y tan jodidamente maravilloso. Creo que tampoco nosotros tuvimos realmente conciencia de lo grande que era, era demasiado grande para que pudiésemos manejarlo. No supimos hacerlo y maltratamos el sentimiento más grande y bonito que he sentido nunca. Ni entras, ni sales de mi vida, le dije aquel día. El me preguntó si quería que saliese y le dije que no. que no quería que saliese de mi vida. Aquel día fue uno de los momentos más felices que recuerdo en los últimos años. La felicidad, en su máxima amplitud. Joder, si hubiese podido detener el tiempo aquel día para permanecer abrazada a él toda mi existencia lo hubiese hecho. Y sé que si yo no fuese tan cretina ni él tan cobarde podría ser. Creo que hemos desperdiciado la vida que debimos tener y no tuvimos ni tendremos. Creo que le faltaron cojones para vivirme y creo que a mi me faltaron cojones para dejarme vivir. Hubiese dado cualquier cosa para que entrase de mi vida y no se fuese nunca. Hubiese luchado hasta mi último aliento para vivir esa vida que siempre soñamos vivir. Y no debería ser este el final, debería ser distinto, deberíamos al menos haber tenido la oportunidad de vivirnos el uno al otro. Deberíamos haber luchado más y mejor para intentarlo al menos. Pero ni siquiera lo hemos intentado. Y ya hemos perdido antes de haber empezado.
Porque no quieres dejarme ir al igual que yo no quiero dejarte ir a ti. Sólo de pensar que no volveré a escuchar tu voz me muero otro poco, más si cabe. Sólo de pensar que algún día me olvidarás me enferma, y pensar que no volveré a sentir lo que siento por ti me hace más daño que el mismísimo adiós. Pero si no tenemos el suficiente valor para luchar por estar juntos, es mejor terminar con esto para siempre, por pura supervivencia, vive tu vida a medias y déjame la mitad que me corresponde.
Si no puedo vivir una vida contigo, la verdad es que no la quiero, y ojala quisieras estar conmigo como yo quiero estar contigo, pero trataré de ser feliz sin ti. Te lo prometo.

Las cosas claras...


Di las cosas claras. Di lo que tengas que decir, pero de forma clara, ten tacto, ponte en mi piel, pero dilo claro. No soporto esas frases a medias, esos silencios incómodos… esperar que me digas algo, lo que sea, y permanezcas enmudecido, con palabras rotas en algún rincón de la boca.
Ese querer y no poder… tan tuyo, tan mío, tan de los dos. Grita. Susurra. Pero habla claro. Se honesto por una vez conmigo… deja de dar vueltas a los mismo, hacer tiempo para no enfrentar una conversación. Evitar lo inevitable. Hablar de la luna cuando quieres hablar de dolor.
No quiero metáforas. Ni eufemismos. No quiero nada. Quiero frases plasmadas de sinceridad, por más dolorosa que sea, por más cruel que parezca… habla claro y di la verdad.
No preguntes ¿Cómo estás? Si no quieres escuchar la verdad. No esperes un bien, sabiendo ambos como sabemos que todo es mentira. No quiero cortesía… mándala al carajo…. No pretendas que sonría cuando estoy llorando por dentro… Puedes envolverte en una capa de hielo, pero los dos sabemos que estás ardiendo. Hipocresía. Pura hipocresía en este Carnaval funesto.
No lo puedo soportar.
No puedo soportar esas frases que se quedan colgando de tus labios mientras mis oídos son acuchillados por el sonido del silencio. Cerrar la puerta es triste. Pero si ya la has cerrado ¿A que esperar consuelo? ¿A que perder el tiempo? Decídete ya. Di las cosas claras, pero dilas, no te las guardes, no te las escondas. Regálamelas. No quiero lazos. No quiero adornos. Quiero la verdad.
Solo son palabras. Sabes? Pero es que tú ni siquiera tienes eso.

No estás, te echo de menos.

Me pierdo en mi mundo, se me escapan las lágrimas, lo echo de menos y en este día tan importante para mí no está, pesa aún más su ausencia.
Y me hincho a llorar. Porque me puede todo y me he desbordado. Porque no ha estado, porque lo he extrañado como nunca, porque sé que me hago daño, y me lo hace, y sé que no puedo seguir así. Esto no va conmigo. Esta situación no está hecha para mí, soy de rosa o negro, pero no de otros intermedios.
Esta mañana era más gris. Más triste. Más vacía. Esta mañana el corazón se me suicida y la razón vuelve al Reino en vida. He de hacerlo, necesito hacerlo, me duele hacerlo.
Lloro mientras escribo, escribo a corazón abierto, como únicamente sé escribir. Escribo mil reproches. Escribo sin pensar bien que escribo, dejándome llevar por el maldito huracán que me está asolando entera. Ruinas. Toda ruinas. Escribo sobre amor, sobre dignidad, sobre nosotros, sobre lo que necesito, aléjate de mí, le pido, querer algo y no poder tocarlo es terriblemente doloroso. Y así ha sido. En silencio. Sin una nota de agradecimiento, surgido del país del hielo, donde quizá estuvo siempre y no lo supe. Cierro la puerta de golpe, la cierro yo porque él no la iba a cerrar. Yo lo sé. Y mis deseos serán cumplidos.
Y así se acaba este capitulo de mi historia personal, donde no elegí yo el final, lo eligieron por mi.
Y vuelvo a mi vida, tratando de olvidar, que es lo lógico, ¿verdad? Con mi dignidad intacta, con todo dicho, y sin nada más que añadir, con el dolor arraigado en cada poro y en cada hueso. Con la esperanza solapada a mi chaqueta gris, porque sé que he aprendido al menos a sobrevivir.

La vida no es fácil.

   Ojala fuera tan fácil como quitarse los chorretones de rímel de la cara después de haber llorado…. pero esto es como el Himalaya, estoy abajo, cuanto me queda aún por subir.
Ayer quedamos, tomamos una cerveza, y hablamos. No hay solución porque no hay una base, su pilar – parte indispensable en esto- no está. Se ha roto. Así que este edificio se ha derrumbado, y se ha puesto, otra vez, en mi corazón “cerrado por derribo”
Ha sido honesto, es buena persona, he sido feliz. Recojo mis dos sueños, mientras la esperanza se me muere en los brazos, le doy un último beso, un último abrazo, y me susurra un “cuídate”. Los finales no deberían ser finales bonitos si son tristes, pero este, en medio de este inmenso dolor lo ha sido.
Subo al coche, y el rímel hace estragos. Subo a casa, y empiezo un collar, apenas veo las bolas, “una bola, dos, tres, ¿Cuántas llevo? Que borroso está todo”. Pero mi empeño en ese collar es tan fuerte que acabo únicamente por pensar que bolas me faltan, cuanto queda, como quedará, y el resultado final es satisfactorio.
Quito sus fotos. Me quito el anillo. Borro los mensajes. Tiro todo lo que he escrito sobre él. No quiero nada, porque en algún momento querré torturarme, y no me quiero hacer eso. No quiero, ahora no, los días que Éramos una pareja más, los días en los que no lo echaba de menos, no quiero las risas, ni los besos, ni las caricias – ahora no- No quiero quedarme esperando, se cierra la puerta, se abren las heridas, sangra el alma.
No puedo dormir porque ni la meditación zen, ni hacer collares me salva de este duelo, de esas lágrimas – que ya no son negras, porque el agua y el jabón funcionan, son cosas que sabes, que aprendes, como a sobrevivir – NO. No se muere de amor. Pero se te mueren los sueños, y la esperanza, y la ilusión. Se escapa todo sin que tú quieras.
Me ha sido imposible levantarme, el simple hecho de ver luz me escocía. No voy a trabajar. Me da igual ser irresponsable, demasiadas virtudes, - eres demasiado buena, demasiado responsable, demasiado poco egoísta- y eso lo dicen quienes me conocen, algo de razón tendrán. No tengo fuerza.
Sé que estaré bien y que un día sabré que lo quise, pero ya no sabré como era quererlo. Un día me acordaré de algo y no lloraré, sonreiré, porque ese cariño, ese feeling ambos sabemos que no desaparecerá, lo arrastramos muchos años.
Un día, no sé cuando, no será mi primer pensamiento, ni será el último, ni simplemente será. Un día, - quizá pase un mes, quizá dos, quizá un año- un día se habrá ido los restos de este amor dolido, incomprendido, un día, sonreiré de verdad. Con la sonrisa desde el alma, sin esfuerzos, sin batallas.
Porque ahora, hoy, dentro está vacío y en ruinas, y en medio de todo eso, una paz, la de la verdad. Ahora no hay esperanza, la única es la de sobrevivir. No me pregunto por qué, porque si, o porque no, que tengo, o que me falta, que necesita, o que le sobra. No me pregunto nada, porque no hay una explicación, porque esto del amor es como un juego, apuestas y quizá ganas, apuestas, y posiblemente pierdas si eres yo.
Y esto, es un final. Es un final a lo que conozco. A lo que he vivido hasta ayer mismo, hasta hace 19 días. Pero es a la vez un comienzo. Un comienzo duro, y difícil. Un inicio plagado de incertidumbre, de soledad, de tristeza, de dolor, de heridas abiertas de par en par… Pero inicio al fin y al cabo.
Nadie me dijo nuca que la vida era como los chorretones de rímel después de haber llorado, que te lavas la cara y desaparecen.

Tropiezo, me levanto y vuelvo a tropezar...


      Voy a ver si me encuentro dentro de mi piel y comprendo por qué nada puedo entender. Me resulta tan raro todo lo normal, me tropiezo, me caigo y vuelvo a tropezar.
Creí que me había equivocado, luego pensé que estoy bien aquí en mi nube azul. Todo es como yo lo he inventado y la realidad trozos de cristal que al final hay que pisar descalzo.
Estoy bien dadas las circunstancias. Tengo (afortunadamente) un gran poder de regeneración, soy práctica, y me defiendo mordiéndole a una vida que me ha dado la espalda, la que yo quería y ya no tengo.
No es útil tener los sueños rotos, lo mejor es dejarlos partir. Y no digo que no anhelo lo que he perdido, o que vivo en una nube feliz y cómoda. No digo que soy feliz, porque no lo soy, pero no es útil tener sueños rotos arañándote entera, así que sueño de otro modo. No en rosa, pero más me vale soñar, aunque sea en gris.
Quiero empezar a mirar hacia mi futuro; comprar un mini apartamento, que no sé ni si me lo puedo permitir, con mi sueldo, pero al menos voy a intentarlo y no espero a ningún Príncipe Azul para compartir la Hipoteca. Quiero un gato, y ya le he puesto nombre. Seremos dos en un mini pisito a las afueras. Buscaré otro trabajo, los fines de semana, para al menos dar de comer al gato. Quizá sean sueños estúpidos e irrealizables, pero a esto yo lo llamo sobrevivir.
Pero cuando me llama, en este cuento al revés, siento que los nuevos sueños son de papel, y se mojan con la rabia. Ha roto nuestro pacto. Una promesa que me hizo. La rompe constantemente, casi a diario, y vivo en el mar de la incertidumbre, y nado contra corriente tratando de entender que es este juego, donde participo y no he impuesto mis reglas.
Gana el corazón y yo pierdo la partida, aunque realmente perdamos los dos, pero sólo siente, y lo anhela, aunque sirva de poco, y él no lo entienda. Aquí si pierdo yo, pierde él.
Por eso me enfado tanto, y doblemente, me enfado conmigo, por no ser más fuerte, por no cortar este nudo que me atraganta, esta estúpida cuerda a la que me ata. Y me enfado con él,
por no dejarme volar a solas ¿Por qué si no quieres volar conmigo me cortas las alas? ¿Por qué no me puedes dejar ir? No lo entiendo.
Siempre creí que sólo se añora lo que no se tiene y se quiere… pero en su mundo, por lo visto no es así. En esto los papeles se han cambiado… Y me trago la rabia de no poderle decir lo que siento, porque me fallan las piernas, y tiemblo cuando me mira, porque lo que siento por él es más fuerte que mi cordura, más fuerte que yo misma…
Porque quisiera comprender que papel juego en esto, si soy la que ha perdido más de los dos, ¿A qué frases cargadas de intención? ¿A qué enfadarse con mis nuevos sueños si los que eran nuestros no los desea? ¿Por qué no quiere que le sobreviva? ¿Por qué soy yo la que tiene que poner fin a un fin que impuso él?
Lucho. En el fango. Pero lucho. Lucho contra la incertidumbre, contra la tristeza, contra las lágrimas, contra el dolor, contra la nostalgia, contra los recuerdos, contra mi corazón, lucho constantemente para no querer quererlo, para no sentirle aquí dentro. Lucho por cerrar heridas, por barrer el suelo de mis ruinas, enterrar a la esperanza, seguir sonriendo, lucho. Joder que si lucho. Lucho sin desesperarme, lucho con paciencia, con todo mi ser que lucho… y se derrumba todo, y otra vez a empezar… porque me duele tanto su presencia como duele su ausencia, y así va él, con el pasado colgado, colgándome de él… y arrojándome constantemente otra vez al fango.
Y estoy harta de estas contradicciones suyas. De no dejarme vivir, ni tampoco morir. Estoy harta de que siga usando el apelativo cariñoso por el que me llamaba, harta de que actúe como si en cierto modo siguiésemos siendo una pareja. Jamás de la vida he visto una ruptura tan esperpéntica….
Y lo peor, es que estoy indignada…. Porque no puedo decirle que creo que ha tomado una decisión sin saber si quería cerrar de verdad la puerta, o mantenerla abierta. Que se decida ya de una vez, porque no la quiero entreabierta.

Sueño...

6:00 a.m: suena el despertador, (una de esos excepcionales y únicos días mañaneros), no logro recordar muy bien el sueño del día, aunque a decir verdad no intento hacerlo, me gustaría decir que el clima era espectacular, como una escena de película romántica, pero era común, soleado y despejado, de esos días que la costumbre nos ah enseñado a no valorar. La vida, y todo lo que esta conlleva me ah hecho perder la fe en los sueños que descubren lo que en realidad soy, aquellas visiones que me enseñaron tanto tiempo a luchar por algo perdido, por algo inalcanzable, a mantener los ojos al cielo esperanzado en lo que vendrá, la cotidianidad me envolvió en sus sendas de locura y desesperación, pero esto es una exageración, me gusta imaginar una vida mágica y poética. Meses después… Camino a la rutina diaria, escucho una canción en la radio, y me dan tantas ganas de tener alguien por quien poder cantar, “aquí estas y el vacio se acabo”, eso suele pasar con canciones llenas de ilusiones y un tipo lleno de esperanza, una canción iluminando una alma que no tardaría mucho en apagarse, como solía suceder.  Las personas que viven de palabras para sobrevivir inventaron una muy peculiar que dice: “Después de la tormenta viene la calma”, Cielos, no creí que el diluvio callera en estos días, pero luego de semanas, meses o lo que sea que haya pasado, encontré la calma, momento en el cual apareces en escena, sentada viendo hacia el sur, con tu mirada que puede tranquilizar cualquier marea asesina, con tus labios tentando cambiar el color del cielo gris. En ese momento volvió a mi mente el sueño que no logre recordar, el sueño que no logre valorar, la misma escena donde el destino, o coincidencia nos llego a reunir, un sueño me regalo una vista a este momento, la vida me regalo un sueño logrado, nada en la vida es fácil, solo se nos otorga las herramientas para de alguna u otra manera lograr la calma contra la tormenta, ahora solo queda luchar por lo que tal vez algún día será la tranquilidad que siempre busque, o por lo que será una buena historia que contar. En alguna parte de algún sueño nos convertimos en la parte de esta realidad.

Miedo.


-ya no tienes miedo?
-si... pero sabes, he aprendido que el miedo lo único que hace es tirarte para atrás. No te deja hacer lo que deseas, quieres, añoras. El miedo solo me va a servir para una cosa, para no hacer lo que yo quiero hacer.. así que,le pueden dar por donde le quieran dar al miedo. Porque sinceramente, yo te deseo, te... Te quiero, y el miedo no lo va a cambiar.
-de que manera?
-de qué manera te quiero?.. De todas y de una a la vez. Es tanto lo que me haces sentir... tanto lo que veo en ti... tanto lo que buscaba sin saber que eras tú el que me lo podía dar..
Ella comenzaba a verle como algo más que un amigo. Había pasado poco menos de un mes desde que le conocía, todo había sido tan rápido. Deseó que sus miedos desapareciesen. Deseó que todo lo que no fuese tranquilidad, felicidad, cariño, amor… que todo lo que no fuese eso, se alejase de ella. Entonces llegó él. Él estaba siendo la razón por la cual sonreír, el motivo por el que…ser feliz. Era una parte de ella, esa parte que buscaba y no encontraba. Él… al ella confesarse de ese modo, se quedó callado. Ella temía haber metido la pata.
-No hablas?
-No sé qué decir…
-No digas nada, no es necesario. He metido la pata hasta lo más hondo del fondo.
-No, no es eso, al contrario…
-¿Cómo? Creo que he entendido mal…
-No, no has entendido mal. Te quiero. Tal vez tú no seas guapa (que no lo creo así…) y tal vez no tengas el cuerpo perfecto, pero tu interior lo es. Me das cariño, me demuestras que te importo… Contigo es todo tan diferente, me siento más…más encendido, más vivo.
-Tan solo hago lo que debo hacer. Las personas que realmente merecen cariño, lo tendrán, al menos por mi parte. Tú, tú eres un ser tan noble, tan especial, que mereces ser feliz, que mereces cariño, amor, apoyo, respeto… y mientras yo esté en tu vida y me dejes, no te faltará.
-Quiero que estés en mi vida.
-Te quiero…
-Yo también.
Y se fundieron en un beso. La mirada de ella expresaba alegría. En la mirada de él, se notaba un brillo tan...tan distinto. Eran felices, eran uno.