domingo, 28 de noviembre de 2010

Un fin sin un principio.

He dado todo cuanto tenía y ya no me queda más que dar.
Juro que mil veces dije que no era posible, y esas mil veces me dijo que lo era hasta que un día volví a creer en él. En nosotros. En que era posible. Y acabamos algo que no ha empezado como siempre hemos acabado lo que no hemos podido empezar, con el corazón roto los dos.
Creo que él es cobarde y que yo soy una cretina. Creo que él debió dejarme ir y creo que yo debí ser más fuerte y no mantenerlo en mi vida, pero no me hacía a la idea de existir sin él. No quería, no podía, es a quien llevo en la sangre, en cada poro de la piel y maldita sea, lo llevo clavado en lo más profundo de mi alma. Jamás nadie entendió un amor tan jodidamente difícil y tan jodidamente maravilloso. Creo que tampoco nosotros tuvimos realmente conciencia de lo grande que era, era demasiado grande para que pudiésemos manejarlo. No supimos hacerlo y maltratamos el sentimiento más grande y bonito que he sentido nunca. Ni entras, ni sales de mi vida, le dije aquel día. El me preguntó si quería que saliese y le dije que no. que no quería que saliese de mi vida. Aquel día fue uno de los momentos más felices que recuerdo en los últimos años. La felicidad, en su máxima amplitud. Joder, si hubiese podido detener el tiempo aquel día para permanecer abrazada a él toda mi existencia lo hubiese hecho. Y sé que si yo no fuese tan cretina ni él tan cobarde podría ser. Creo que hemos desperdiciado la vida que debimos tener y no tuvimos ni tendremos. Creo que le faltaron cojones para vivirme y creo que a mi me faltaron cojones para dejarme vivir. Hubiese dado cualquier cosa para que entrase de mi vida y no se fuese nunca. Hubiese luchado hasta mi último aliento para vivir esa vida que siempre soñamos vivir. Y no debería ser este el final, debería ser distinto, deberíamos al menos haber tenido la oportunidad de vivirnos el uno al otro. Deberíamos haber luchado más y mejor para intentarlo al menos. Pero ni siquiera lo hemos intentado. Y ya hemos perdido antes de haber empezado.
Porque no quieres dejarme ir al igual que yo no quiero dejarte ir a ti. Sólo de pensar que no volveré a escuchar tu voz me muero otro poco, más si cabe. Sólo de pensar que algún día me olvidarás me enferma, y pensar que no volveré a sentir lo que siento por ti me hace más daño que el mismísimo adiós. Pero si no tenemos el suficiente valor para luchar por estar juntos, es mejor terminar con esto para siempre, por pura supervivencia, vive tu vida a medias y déjame la mitad que me corresponde.
Si no puedo vivir una vida contigo, la verdad es que no la quiero, y ojala quisieras estar conmigo como yo quiero estar contigo, pero trataré de ser feliz sin ti. Te lo prometo.

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